Mudanzas, rupturas, nuevos trabajos o transiciones vitales no solo sacuden tus rutinas: transforman la forma en que opera tu cerebro, lo que conocemos como neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales, se activa especialmente en estos momentos de ajuste, y se convierte en la clave para comprender cómo nos adaptamos a lo desconocido.
De acuerdo con el portal especializado Women’s Health, este fenómeno permite que las neuronas respondan a entornos cambiantes, mientras procesan experiencias nuevas, emociones intensas y aprendizajes, en otras palabras: tu cerebro está diseñado para cambiar.
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¿Por qué el cerebro cambia con cada etapa?
La doctora Alison L. Barth, profesora de ciencias de la vida en la Universidad Carnegie Mellon, explica que los cambios vitales alteran la química cerebral, cuando algo nos obliga a salir de la rutina, nuestro sistema nervioso central opera con mayor sensibilidad, aumentan las emociones, se intensifica la atención, y con ello se abren nuevas rutas para aprender.
Por su parte, Rachel Proujansky, directora de servicios de trauma en el Centro para la Motivación y el Cambio en Nueva York, señala que esta capacidad no es una casualidad: el cerebro está hecho para adaptarse. La incertidumbre, aunque incómoda, activa funciones cognitivas esenciales para crecer.
Hormonas, emociones y toma de decisiones
Durante estas etapas, la actividad cerebral se ve acompañada por variaciones químicas. Women’s Health detalla que hormonas como el cortisol y neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina fluctúan, afectando directamente nuestro estado de ánimo, la percepción del entorno y nuestra capacidad para decidir.
La psiquiatra Sue Varma, autora de Practical Optimism, agrega que esta reacción química forma parte de una respuesta biológica que, aunque nos genere ansiedad o tristeza momentánea, busca protegernos y preparar el terreno para lo que sigue.
¿Cómo entrenar al cerebro para manejar mejor los cambios?
La neurocientífica Daya A. Grant explica que repetir nuevas experiencias fortalece las redes neuronales, en ese sentido, adaptarse no es solo un acto automático, también es un proceso que puede entrenarse. Cuanto más afrontas el cambio, más capacidad tienes para procesarlo en el futuro.
Women’s Health recomienda estrategias como el método RAIN (reconocer, aceptar, investigar y nutrirse) para gestionar las emociones, además de mantener vínculos cercanos, establecer rutinas, dormir bien y ejercitarse: todo ello da estructura al cerebro para amortiguar el estrés.
Cambios voluntarios vs. inesperados
No todos los cambios impactan igual, según Proujansky, cuando un cambio es planeado, el cerebro lo procesa como reto, pero si es impuesto, como una pérdida laboral, la carga emocional aumenta y la toma de decisiones se vuelve más compleja.
En mujeres, estos procesos se ven aún más modulados por las etapas hormonales: menstruación, embarazo o menopausia pueden influir directamente en la forma en que el cerebro reacciona ante lo nuevo, aun así, adoptar una postura activa frente al cambio puede mitigar estos efectos y fortalecer la resiliencia emocional.