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¿Te encanta el chisme? Esto dice la ciencia sobre quienes no pueden guardarse nada

¿Chismear es bueno o malo? Aunque muchos lo disfrutan, la ciencia revela qué hay realmente detrás de este hábito

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Seamos honestos a la mayoría nos fascina el chisme. No importa si es sobre una vecina, un ex, una celebridad o un compañero de trabajo. Chismear se ha vuelto parte de nuestras conversaciones diarias, y aunque muchos lo niegan, la realidad es que todos lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo.

Ya sea en una plática casual con amigos, en la sobremesa con la familia o por mensajes con esa persona que siempre te dice “cuéntame todo”, hablar de otros es algo más común de lo que creemos. Pero aquí va la pregunta clave ¿esto es bueno o malo?

Durante mucho tiempo, el chisme ha sido visto como algo negativo. Y sí, en muchos casos lo ha sido, sobre todo cuando se usa para hacer daño, inventar cosas o arruinar la reputación de alguien.

Esa clase de chisme, el que busca perjudicar, claramente cruza la línea y puede convertirse en acoso, bullying o violencia verbal. Pero no todo es blanco o negro. Lo interesante es que la psicología ha empezado a analizar más a fondo este comportamiento y ha descubierto cosas que probablemente no sabías.

La ciencia lo respalda (sí, leíste bien)

De acuerdo con estudios publicados en revistas como Social Psychological and Personality Science, el chisme cumple funciones sociales clave. Investigadores de la Universidad de California encontraron que chismear activa zonas del cerebro relacionadas con la recompensa, la empatía y la toma de decisiones. ¿Qué significa esto? Que nuestro cerebro siente cierto “alivio” y hasta placer al compartir información socialmente relevante.

Y no solo eso el chisme también puede ayudar a reducir el estrés, fomentar la confianza entre las personas y reforzar las reglas no escritas dentro de un grupo. Es decir, nos ayuda a entender qué conductas son bien vistas y cuáles no, sin tener que vivirlas en carne propia. Básicamente, aprendemos a través de las historias de los demás.

¿Entonces es bueno chismear?

Depende. La clave está en el cómo y en el por qué. Chismear puede ser positivo si se hace con empatía, sin juicios destructivos y sin la intención de dañar. Muchas veces lo hacemos como forma de desahogo, para pedir una opinión o incluso para conectar con otras personas. Y sí, hablar de otros (sin malicia) también nos hace sentir parte de algo.

Pero si el chisme se convierte en crítica constante, burlas, humillación o en una forma de ganar atención a costa de otro ahí ya se vuelve tóxico.

Conecta, pero con responsabilidad

Entonces, ¿deberías dejar de chismear por completo? No necesariamente. Más bien, el reto está en cómo manejamos esa información. Antes de contar algo, pregúntate

  • ¿Esto ayuda o lastima?

  • ¿Estoy contando algo real o solo un rumor?

  • ¿Me gustaría que hablaran así de mí?

     

Si la respuesta te incomoda, tal vez es momento de cambiar el enfoque. Pero si lo que compartes es desde un lugar de conexión y no de daño, tranquila, no estás rompiendo ninguna regla moral. Solo estás siendo humana. 

Chismear es parte de nuestra naturaleza social. No todo el chisme es malo, y la ciencia lo respalda. Nos conecta, nos informa y hasta nos relaja. Solo no olvides usar ese poder con responsabilidad. Porque sí, el chisme puede ser parte de la convivencia pero también puede ser la línea que separa una buena conversación de un problema innecesario.